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Posts etiquetados ‘Tenango’

Un ciclista

Unas curvas prolongadas y un camino escarpado separan a Santa Isabel Tetlatlahuca de Tenango. En el trayecto puede observarse, destacado en el muro de una escuela, el rostro euclidiano, cubista de Melchor Ocampo. Más adelante, y a lo lejos, se atisba la arrogante techumbre metálica que cubre los murales de Cacaxtla. Los automóviles viejos protestan y suben por la pendiente a regañadientes. Diferente disposición muestran los ciclistas que ascienden con enérgico desenfado. Desde la ventana derecha de una combi observo la sombra de un ciclista y su bicicleta. Y pienso que a pesar del esfuerzo considerable nadie ha bajado al infierno ni subido al cielo en bicicleta. Este hecho estimable y categórico le otorga al vehículo de dos ruedas un indicio de ligereza del que se han beneficiado poetas y escultores. Quizás por eso Rafael Alberti escribió una “Balada de la bicicleta con alas” y Marcel Duchamp imaginó a la bicicleta tan etérea que tuvo la ocurrencia de poner parte de una, de cabeza y con una rueda sobre un banco. El velocípedo es un artefacto extraordinario, eso es innegable. Lo mismo ha servido a sabios que a rufianes. Samuel Beckett, en su novela Molloy, sostiene que “Es difícil reflexionar mientras se anda en bicicleta, para mí al menos. Cada vez que intento hacerlo, pierdo el equilibrio y me caigo”. Pero ese mismo aparato que paralizaba intelectualmente al escritor dublinés, en otros ha tenido un efecto estimulante. Existe una leyenda que asegura que a Albert Einstein se le prendió el foco cuando realizaba un paseo en bicicleta. Alguien podría dudar de la versión según la cual la teoría de la relatividad fue engendrada sobre dos ruedas, pero lo que sí puede demostrarse es la simpatía que el científico de la melena amotinada tenía por la frese del Conde de Keyserling: “La vida fluye de un estado de equilibrio a otro, y por eso debe estar siempre en marcha, como la bicicleta”.

Cruz y bicicleta

La bicicleta devota  en el templo de Santiago Michac